Dudé sobre la conveniencia de hacer público este comentario del campesino Rafael Aguilar de Santa Clara en el grupo de Watshapp llamado “Los Valientes”, que además del fructífero intercambio entre productores, científicos y directivos se ha convertido en espacio para el extensionismo y la generalización de las mejores experiencias.
Escribió Rafael allí: “El lunes pasado a las 5 de la mañana fui a ver el Delegado Provincial de la Agricultura, no lo conocía, lo esperé en la puerta y al llegar me invitó a subir al carro. Luego de bajarnos en el parqueo y hablar de algunos temas de la agricultura y las lluvias, le conté que tenía contrato y dinero para desmontar la finca y por burocracia estaba detenido. Me escuchó, preguntó sobre la ubicación de mi finca y conoce a campesinos de la zona. Con trato amable y cordial, como si fuéramos amigos, me dijo, “deja ver qué puedo hacer, me dio su número telefónico, yo le dije que me daba pena estar molestando y reafirmó, “me llamas todas las veces que tengas que hacerlo”. Lo hice, recibí una llamada de la empresa de Desmonte donde me comunicaban que el jueves el Buldócer se trasladaría a la finca, y allá está derribando todo, marabú y burocracia. Me dio el delegado la mejor impresión, de hombre sencillo, humilde, comprometido con su trabajo y con los campesinos, no por tener el Buldócer en la finca y estar desmontando, sino por la actitud y compromiso mostrado por el con los campesinos, sus campesinos, y yo estoy muy agradecido. Pero la solución de un problema trae otros retos y desafíos, ahora tengo que buscar la picadora o el arado de arrastre para completar la labor y poder producir alimentos, para mi familia y para el pueblo, y tratar de comercializarlos al precio más justo posible para la gente que tiene bajos ingresos y el salario no le alcanza, para ellos tenemos que trabajar”, concluye el mensaje de Rafael Aguilar en el grupo de Watshapp.

Conozco al delegado de la agricultura desde que comenzó su vida laboral como técnico y logró los mejores rendimientos en la papa en la Granja Pararrayos del Yabú, y puedo corroborar que todo lo expresado sobre él se ajusta a la verdad. Mi único temor es que cada productor crea que ese es el método para resolver su problema. Lo que necesitamos es que cada una de las estructuras funcione, que cada funcionario o directivo cumpla lo que le toca. O para decirlo con palabras martianas “mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes… Haga cada uno su parte de deber y nada podrá vencernos”

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