“Yo, la peor de todas”, basta de mano blanda

“Yo, la peor de todas”, pudiera titular mi comentario que nada tiene que ver con la película homónima argentina sino con la compleja situación del Hurto y Sacrificio Ilegal de Ganado Mayor en Villa Clara.

Más de 12 mil cabezas sacrificadas el pasado año la sitúan a la vanguardia del país en esa tipicidad delictiva que abruma al campesinado. Y lo que es más significativo, cinco municipios, Manicaragua, Camajuaní, Ranchuelo, Santa Clara y Santo Domingo, están entre los diez peores de Cuba.

Ahora llega alguien y me aclara, con el mismo argumento que se usa para justificar los precios abusivos, que la causa es productiva, que no hay carne en las casillas, pero nuestros padres analfabetos y pobres antes de 1959, nos enseñaron que se puede ser pobre pero honrado, sin saber siquiera que Martí había escrito que “la pobreza pasa pero no la deshonra”.

¿Quiénes se benefician de estos hechos?: delincuentes y compradores, algunos de estos últimos ciudadanos comunes que ni piensan en lo que significa para un campesino que le maten sus bueyes de trabajo, su caballo, o su vaca de leche.

No creo que exista institución u organismo que pueda ufanarse de estarle poniendo toda la atención que este tema necesita, solo personas naturales como por ejemplo, el ganadero Juan Marrero de Falcón que ni se les mueren ni le pueden matar sus vacas, así como aquellos jefes de sector de la PNR donde ese delito no ha podido entrar.

Aquí todo el mundo tiene su tarea que no se debe dejar a la espontaneidad, el propietario proteger su rebaño, el policía esclarecer los hechos y el sistema judicial asegurar que delincuentes y receptadores, no se rían de la sociedad. Sí, porque abundan los abogados sin título y el sorprendido con un saco de carne dice que se lo encontró en la guardarraya. ¿Qué hace una persona con antecedentes penales en una finca ajena de madrugada? Los campesinos organizados en patrullas, machete en vaina, tienen no solo el deber sino también el derecho a defender lo suyo. Basta de mano blanda con los que no aportan nada y viven del sudor de los demás. El diagnóstico está hecho, la hora es de actuar antes de que desaparezca nuestra ganadería bovina y equina. Solo es posible acabar con el bandolerismo en los campos, si el dueño protege lo suyo, el policía esclarece los delitos, los jueces actúan con la energía necesaria y las autoridades superiores fiscalizan que cada cual cumpla su misión.

 

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