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Brindis aleccionador por un final feliz

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Este es el fin de un tema en seguimiento que podría titular como la crónica de la incertidumbre, concluida afortunadamente con un final feliz gracias al empuje y la decisión en el terreno del propio Delegado Provincial de la Agricultura. Cuando se trata de un tema tan serio como la entrega de tierras ociosas a brazos dispuestos a ponerlas a producir, no hay otra cosa que hacer que cumplir la indicación de la máxima dirección del país de hacerlo con la mayor agilidad posible sin demoras ni trabas burocráticas.
No voy a hacer la historia de los percances que sufrió Heriberto Arbolaez, el elector de la zona de Los Sirios en Santa Clara que se paró en la asamblea de rendición de cuentas de su delegado para solicitar una pequeña área que lleva muchos años sin producir nada y él quiere usar para la crianza de chivos y carneros, contrato de por medio, para vender su producción al estado.

chivos
Me vi obligado a entrevistarlo tras solicitar su colaboración, como es su derecho incuestionable, abrumado por las respuestas negativas que recibió de inmediato ante su petición, algunas incluso desenfocadas. Entonces entró en acción personalmente el delegado provincial de la agricultura que en el poco tiempo que lleva en el cargo ha dejado claro que no hay tarea más importante en la agricultura que poner a producir toda la tierra, o sea, entregar toda área que hoy no se cultive y haya personas dispuestas a ponerla en producción. Acompañado por los demás responsables de darle solución al problema se encontró con Heriberto en el terreno y allí mismo se adoptó la justa decisión. Ahora, la llamada telefónica de Heriberto me conmueve, y no solo por el entusiasmo que percibí en sus palabras al anunciarme: -Se resolvió el problema periodista, me acaban de entregar 30 hectáreas de tierra, ahora si podré criar chivos y carneros de verdad. Y no voy a quedar mal”. También me estremeció su llamada porque este caso es una prueba de cuantos problemas subjetivos debemos enfrentar para sacar adelante nuestro país. Este caso es como un símbolo, un alerta de que nadie está autorizado a decir No, cuando el propio compañero Raúl nos inculcó el Si se Puede y Fidel no enseñó a superar todos los obstáculos. Este final feliz bien merece un brindis. Un brindis de todos, un brindis que nos comprometa a hacer cada cual lo que le corresponda para llevarles felicidad a las personas, y que Cuba prospere.

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