No me agrada hacer el papel de aguafiestas pero si tengo el deber de alertar a los consumidores que el hecho de cumplir el plan de siembra de 400 hectáreas de papa en Villa Clara no significa que lograremos con total seguridad una gran cosecha, porque esta campaña se está haciendo en el peor de los escenarios imaginable por la falta de insumos, aún con la prioridad que recibe el cultivo. Jamás se vio por ejemplo papa enyerbada y la razón la podría simplificar, a la papa jamás le faltó el herbicida, aunque en las próximas debe aparecer al menos para 150 hectáreas, y los que no han botado nunca la guataca son los campesinos. Pero hace pocos días, como informamos en este propio sitio, Geordany Díaz, de Placetas, se convirtió en el primero en sembrar la llamada reina de las viandas en la historia de Villa Clara. O sea, solo tenemos un campesino sembrador de papa en la provincia.
El clima tampoco había sido favorable hasta los últimos días, porque el frío estaba escaso, y la alternancia de temperaturas resulta imprescindible para la tuberización de la papa. Esperemos que continúe mejorando en lo que resta de enero y febrero.
Por otra parte, la cosecha, aunque será a partir de la segunda quincena del próximo mes, debe tener a los empresarios preocupados desde ahora porque no solo los precios, también la fuerza de trabajo está a oferta y demanda y cualquiera exige 200 o 300 pesos por trabajar una mañana. Detrás de los primeros vientos, más aún cuando junto a ellos soplan aires subjetivos, suelen aparecer tempestades. A estas cuestiones, ásperas para cualquier oído sensible debo sumar que la propuesta del precio de compra al productor, todavía sin aprobación oficial, es de 330 pesos para el quintal de papa con semilla importada y 430 para la de semilla nacional. Solo hay que recorrer la red comercializadora de productos agropecuarios en cualquier provincia o municipio de Cuba para percatarnos de que no hay competencia posible. Vendido a precios libres cualquier otro renglón agrícola reportaría más ganancias que la papa después de hacer enormes gastos en divisas el país en un momento particularmente complejo para la economía, para importar la semilla, e insumos que no alcanzan. Estoy diciendo que la liberación de los precios de algunos renglones y de otros no, ha distorsionado de tal manera la comercialización, que el precio del boniato podría duplicar al de la papa, para hablar solo de su hermano más cercano pero siempre más humilde y barato. De todas maneras, a pesar de los percances o dificultades de la actual campaña, después de sembrar 400 hectáreas, comeremos papa en Villa Clara a partir de febrero, esa es la buena noticia.
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