Por estos días las vacas deben caminar felices por los potreros tapizados de pastos, la primavera es la mejor amiga de las reses. Sus enemigos: la sequía y el hombre.
Aunque ciertamente los ganaderos de Villa Clara y sus directivos también pudieran esbozar una sonrisa si tenemos en cuenta los más 3 millones de litros de crecimiento respecto a igual etapa del año anterior.
¿Pero cómo, si este año ha faltado la de dieta? grita el anciano, y el jefe explica que el país hoy, cuando el escenario económico es más complejo, no tiene de donde sacar dinero para importar más leche. Y lo cierto es que todos tienen una cuota de razón pero el vaso de leche solo está seguro para los niños hasta los siete años.
El aumento del precio de compra a 20 pesos el litro no trajo ríos de leche hacia la industria, y alguien podría decir que el sueño se volvió sal y agua. A mí juicio, solo sal amarga, por el disparo de los precios de todos los derivados de la leche. Mi amigo Omar González hoy debe pagar el pomo de yogurt a 110 pesos para aliviar su pancreatitis.
Si todo se puede vender a precios de “oferta y demanda” en nuestras calles ni con un policía por vaca se evitaría el desvío de la producción en busca de mayores ganancias. Porque 20 pesos por litro es magnífico precio mientras no preguntes por el costo de los insumos. Hasta hoy no se ha encontrado otra fórmula que pagar 10 centavos de MLC por litro para que ese productor por ejemplo pueda adquirir su ansiado rollo de alambre, la cual se aplica en provincias cercanas pero no en Villa Clara.
Falta además contratar la leche a todos los dueños de vacas, y según los datos en mi poder quedan más de 600 propietarios por contratar, ¿Por qué?, porque no es fácil tener que entregar leche por una vaca que no ha parido, o sea contra vacas totales. Esa puede ser una aspiración justa si queremos desarrollar la ganadería integralmente pero hay que poner los pies en la tierra, porque hasta la genética se ha deteriorado.
Y el otro gran problema injustificable es que se mantengan impagos porque el país ha dado todas las facilidades de créditos bancarios para pagar en tiempo. Y cuando escuchas que la cooperativa no concilió con la ECIL y la otra parte dice que si concilió, concluyo que quien no debe conciliar el sueño es el campesino que entregó su leche y no se la han pagado, como Abel Pérez, de Falcón que todavía espera su dinero por el sobrecumplimiento del año anterior.
En fin, la rama ganadera avanza, pero respecto a sus potencialidades, falta mucho por hacer.
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