Hay hechos prácticos que hacen brotar un entusiasmo similar al provocado por las primeras gotas del manantial en el pozo que estás ejecutando.
Eso fue para mí el acto de abanderamiento la semana anterior de 30 jóvenes que han recibido alrededor de mil hectáreas aledañas a la autopista nacional y en apenas unos meses hay yuca y maíz donde antes campeaba el marabú. Jóvenes y con experiencias en las tareas agrícolas que saben la dura tarea que tienen por delante, porque con embullos pasajeros no se construye un país.
Y hay que hablar claro, si Cuba no puede asegurar hoy fertilizantes, ni prácticamente ningún insumo, no existe otra alternativa que poner a producir toda la tierra cultivable que hoy está ociosa o deficientemente explotada.
Villa Clara tiene un delegado de la agricultura que empuja con fuerza esta tarea, pero todas las estructuras tienen que funcionar y que todos faciliten, destraben, ayuden para que sea cada vez menor el tiempo entre la voluntad del que quiere producir y la posibilidad de hacerlo.
Es para que recibiera un hermoso Diploma de entrada quien tenga deseos de poner a producir la tierra en tiempos en que comprar y revender enriquece a corto plazo con los enormes márgenes de ganancias que deja la actividad especulativa. Y lo que hay que motivar es la producción porque siempre va a aparecer quien se encargue de que lo cosechado llegue al consumidor, además del derecho del productor a hacerlo directamente, que constituye a mi juicio lo más atinado de la nueva política de comercialización.
A pesar de las indicaciones del país ha existido lentitud en el tratamiento de las tierras ociosas en poder de CPA que no tienen fuerza de trabajo para atenderlas ni pudieran dar, objetivamente, una fecha para ponerlas en explotación. Pero tampoco se explota bien la tierra en muchas UBPC, y esa tierra no es propiedad, es del estado y también hay que agilizar la solución. Solo en la 7 de diciembre de la Vitrina hay más de 700 hectáreas tapizadas de marabú. Según estadísticas el 60 por ciento de las tierras declaradas ociosas en Villa Clara son de Azcuba, o sea, ni caña ni comida y hay que ponerlas a producir. Quien no tenga claridad hoy sobre la urgencia de entregar las tierras ociosas es cuando menos un irresponsable. Que haya brazos jóvenes dispuestos a explotar esas tierras cuando pululan los que quieren ganar dinero fácil, es una oportunidad que resulta imperdonable desaprovechar.
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